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El principito - Guion teatral

09 Oct 15 - 19:35

El Principito

DE: Antoine de Saint-Exupéry

 

ADAPTACION PARA TEATRO

Gustavo Beròn

P.E.C Uruguay

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

PERSONAJES

  • ANCIANO

  • HOMBRE

  • PRINCIPITO

  • FLOR

  • REY

  • VANIDOSO

  • BEBEDOR

  • HOMBRE DE NEGOCIOS

  • FAROLERO

  • GEOGRAFO

  • SERPIENTE

  • FLOR 2

  • ROSAS

  • ZORRO

 

 

 

CUADRO I
Un anciano ingresa al Angulo izquierdo del proscenio. Comienza a contar una historia mientras el resto del escenario se presenta a oscuras. MUSICA DE FONDO 1

 


ANCIANO (A) Cuando yo tenía seis años vi en un libro sobre la selva virgen, una magnífica lámina representaba a una serpiente boa que se tragaba a una fiera. Esta es la copia del dibujo. (Se proyecta IMAGEN 1 CON EFECTO 1) En el libro decía: "La serpiente boa se traga su presa entera, sin masticarla. Luego ya no puede moverse y duerme durante los seis meses que dura su digestión". Pensé mucho y logré trazar con un lápiz mi primer dibujo, que era de esta manera: (Se proyecta IMAGEN 2 CON EFECTO 2)
Enseñé mi obra de arte a las personas mayores y les pregunté si mi dibujo les daba miedo.


(Aparece de la oscuridad el resto del elenco y pregunta) -¿por qué habría de asustar un sombrero?


ANCIANO: Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una serpiente boa que digiere un elefante. Dibujé entonces el interior de la serpiente boa a fin de que las personas mayores pudieran comprender. Siempre estas personas tienen necesidad de explicaciones. Mi segundo dibujo era así: (Se proyecta IMAGEN 3 CON EFECTO 3) Las personas mayores me aconsejaron abandonar el dibujo de serpientes boas, ya fueran abiertas o cerradas, y poner más interés en la geografía, la historia, y la matemática. De esta manera a la edad de seis años abandoné una magnífica carrera de pintor. Había quedado desilusionado por el fracaso de mis primeros dibujos. Las personas mayores nunca pueden comprender algo por sí solas y es muy aburrido para los niños tener que darles explicaciones una y otra vez.

Cada vez que me he encontrado con alguien que me parecía un poco inteligente, le he mostrado mi dibujo número 1 queriendo saber si verdaderamente estaba ante un ser comprensivo. Y siempre me contestaban (aparece el elenco y contesta a coro) "Es un sombrero". Me abstenía de hablarles de la serpiente, de la selva virgen y de las estrellas. Poniéndome a su altura, les hablaba del golf, de política y de corbatas. Y así, la persona normal se quedaba muy contento de conocer a un hombre tan razonable.

 

Viví así, solo, sin nadie con quien poder hablar verdaderamente, hasta hace seis años cuando tuve una avería en el desierto de Sahara. Algo se había roto en el motor. Como no llevaba conmigo ni mecánico ni pasajero, me dispuse a hacer, yo solo, una reparación difícil. Era para mí una cuestión de vida o muerte, pues apenas tenía agua de beber para ocho días. (Se apaga la luz sobre el anciano y se ilumina el hombre joven acostado en la arena. La voz del anciano permanece como voz en off)

La primera noche me dormí sobre la arena, a unos quinientos kilómetros del poblado más próximo. Imagínense, pues, mi sorpresa cuando al amanecer me despertó una extraña vocecita que decía:
(P= Principito. H= Hombre) (el principito habla desde bambalinas)

 

P- ¡Por favor... píntame un cordero!
H-¿Eh?
P-¡Píntame un cordero!
H- (se para de un salto. Se frota los ojos. Mira a su alrededor.)

OFF. Vi a un extraordinario muchachito que me miraba con atención.
H- Pero… ¿qué haces tú por aquí?
P-¡Por favor… píntame un cordero!
H- pero…no se dibujar.
P- No importa - me respondió-, píntame un cordero!

OFF- Como nunca había dibujado un cordero, dibuje para él uno de los dos únicos dibujos que yo era capaz de realizar: el de la serpiente boa cerrada. (se proyecta IMAGEN 2) Y quedé estupefacto cuando oí decir al hombrecito:
P- ¡No, no! Yo no quiero un elefante en una serpiente. La serpiente es muy peligrosa y el elefante ocupa mucho sitio. En mi tierra es todo muy pequeño. Necesito un cordero. Píntame un cordero.
(
SE PROYECTA IMAGEN 4 CON EFECTO 4, lo mira atentamente y dice)
P-¡No! Este está ya muy enfermo. Haz otro.


(SE PROYECTA IMAGEN 5 CON EFECTO 5)

P-¿Ves? Esto no es un cordero, es un carnero. Tiene Cuernos…

(SE PROYECTA IMAGEN 6 CON EFECTO 5)

P-Este es demasiado viejo. Quiero un cordero que viva mucho tiempo.

(SE PROYECTA IMAGEN 7 CON EFECTO 5)
H-Esta es la caja. El cordero que quieres está adentro.
P-¡Así es como yo lo quería! ¿Crees que sea necesario mucha hierba para este cordero?
H-¿Por qué?
P-Porque en mi tierra es todo tan pequeño…¡Bueno, no tan pequeño…! Está dormido…

ANCIANO - Y así fue como conocí al principito. Me costó mucho tiempo comprender de dónde venía. El principito, que me hacía muchas preguntas, jamás parecía oír las mías. Fueron palabras pronunciadas al azar, las que poco a poco me revelaron todo. Así, cuando distinguió por vez primera mi avión me preguntó:

P-¿Qué cosa es esa?

H-Eso no es una cosa. Eso vuela. Es un avión, mi avión.
P-¡Cómo! ¿Has caído del cielo?

H-Sí

P-¡Ah, que curioso! (ríe exageradamente)

H-Entonces ¿tú también vienes del cielo? ¿De qué planeta eres tú? …¿Tu vienes, pues, de otro planeta?
P-Encima de eso, no puedes venir de muy lejos…

(queda pensativo un largo momento. Luego sacando de su bolsillo un papel con el dibujo y se quedo otro largo rato observándolo, como si fuere un tesoro.)
H-¿De dónde vienes, muchachito? ¿Dónde está "tu casa"? ¿Dónde quieres llevarte mi cordero?
P-Lo bueno de la caja que me has dado es que por la noche le servirá de casa.

H-Sin duda. Y si eres bueno te daré también una cuerda y una estaca para atarlo durante el día.
P-(enojado) ¿Atarlo? ¡Qué idea más rara!

H-Si no lo atas, se irá quién sabe dónde y se perderá…
P-(ríe exageradamente) ¿Y dónde crees que vaya?

H-No lo sé, a cualquier parte. Derecho, caminando adelante…
P-¡No importa, es tan pequeña mi tierra! Derecho, camino adelante… (Ríe) no se puede ir muy lejos.

OFF- (a oscuras) De esta manera supe una segunda cosa muy importante: su planeta de origen era apenas más grande que una casa. Esto no podía asombrarme mucho. Sabía muy bien que aparte de los grandes planetas como la Tierra, Júpiter, Marte, Venus, a los cuales se les ha dado nombre, existen otros centenares de ellos tan pequeños a veces, que es difícil distinguirlos aun con la ayuda del telescopio. Cuando un astrónomo descubre uno de estos planetas, le da por nombre un número. Le llama, por ejemplo, "el asteroide 3251". Tengo poderosas razones para creer que el planeta del cual venía el principito era el asteroide B 612. Este asteroide ha sido visto sólo una vez con el telescopio en 1909, por un astrónomo turco.
Les he contado a las personas mayores de todos estos detalles sobre el asteroide B 612 y hasta les he confiado su número. A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Por ejemplo, nunca se les ocurre preguntar:

(Aparece el hombre joven rodeado de actores y cada uno realiza una pregunta) "¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?" Pero en cambio preguntan (los actores) "¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?" Solamente con estos detalles creen conocerlo. Si les decimos a las personas mayores:

H- He visto una casa preciosa de ladrillo rosa, con geranios en las ventanas y palomas en el tejado

Off- jamás llegarán a imaginarse cómo es esa casa. Es preciso decirles:

H- He visto una casa que vale cien mil pesos

(Los actores a coro) ¡Oh, qué preciosa es!
Off: De tal manera, si les decimos:

H- La prueba de que el principito ha existido está en que era un muchachito encantador, que reía y quería un cordero. Querer un cordero es prueba de que se existe

(Los actores) eres un niño.

OFF- Pero si les decimos:

H- el planeta de donde venía el principito era el asteroide B 612

(Los actores afirman, asienten, confirman)

OFF- quedarán convencidos y no se preocuparán de hacer más preguntas. Son así. No hay por qué guardarles rencor. Los niños deben ser muy indulgentes con las personas mayores. Pero nosotros, los que sabemos comprender la vida, nos burlamos tranquilamente de los números. A mí me habría gustado más comenzar esta historia a la manera de los cuentos de hadas. Me habría gustado decir: "Había una vez un principito que habitaba un planeta apenas más grande que él y que tenía necesidad de un amigo…" Para que aquellos que no comprenden la vida, esto les resulte más real.

P-¿Es verdad que los corderos se comen los arbustos?
H-Sí, es cierto.
P-¡Ah, qué contesto estoy! (piensa) ¿Entonces se comen también los Baobabs?

H- Los baobabs no son arbustos, sino árboles tan grandes como edificios y que incluso si llevase consigo todo un rebaño de elefantes, el rebaño no lograría acabar con un solo baobab.
P-Habría que poner los elefantes unos sobre otros…aunque los baobabs, antes de crecer, son muy pequeñitos.
H-Es cierto. Pero ¿por qué quieres que tus corderos coman los baobabs?
P-¡Bueno! ¡Vamos! Mi planeta es muuuuy pequeñito y hay, como en todos los planetas, hierbas buenas y hierbas malas. Entonces, de buenas semillas salen buenas hierbas y de las semillas malas, hierbas malas. Pero las semillas son invisibles; duermen en la tierra, hasta que un buen día una de ellas tiene la fantasía de despertarse. Entonces crece hacia el sol, primero, tímidamente, una encantadora ramita inofensiva. Si se trata de una ramita de rábano o de rosal, se la puede dejar que crezca como quiera. Pero si se trata de una mala hierba, es preciso arrancarla inmediatamente. En mi planeta hay semillas terribles… como las semillas del baobab. El suelo del planeta está infestado de ellas. Si un baobab no se arranca a tiempo, no hay manera de desembarazarse de él más tarde; cubre todo el planeta y lo perfora con sus raíces. El planeta es demasiado pequeño y si los baobabs son numerosos, lo hacen estallar. Entonces, es una cuestión de disciplina. Cuando por la mañana uno termina de arreglarse, hay que hacer cuidadosamente la limpieza del planeta. Hay que dedicarse regularmente a arrancar los baobabs, cuando se les distingue de los rosales, a los cuales se parecen mucho cuando son pequeñitos. Es un trabajo muy fastidioso pero muy fácil. A veces no hay inconveniente en dejar para más tarde el trabajo; pero tratándose de baobabs, el retraso es siempre una catástrofe. (Piensa melancólico) Me gustan mucho las puestas de sol; vamos a ver una puesta de sol…
H-Tendremos que esperar…
P-¿Esperar qué?
H-Que el sol se ponga.
P-a veces me olvido que no estoy en mi tierra. En mi pequeño planeta me bastaba arrastrar la silla algunos pasos para presenciar el crepúsculo cada vez que lo deseaba… ¡Un día vi. Ponerse el sol cuarenta y tres veces! ¿Sabes? Cuando uno está verdaderamente triste es reconfortante ver puestas de sol.
H-El día que la viste cuarenta y tres veces estabas muy triste ¿verdad?

P- Pero…si un cordero se come los arbustos, se comerá también las flores ¿no?
H-Un cordero se come todo lo que encuentra.
P-¿Y también las flores que tienen espinas?
H-Sí; también las flores que tienen espinas.
P-Entonces, ¿para qué le sirven las espinas a las flores?
(piensan un momento en silencio)
P-¿Para qué sirven las espinas?
H-Las espinas no sirven para nada; son pura maldad de las flores.
P-¡Oh! (con rencor) ¡No te creo! Las flores son débiles. Son ingenuas. Se defienden como pueden. Se creen terribles con sus espinas… ¿Tú crees que las flores…?
H-(interrumpe enojado y peleando) ¡No, no creo nada! Te he respondido cualquier cosa para que te calles. Tengo que ocuparme de cosas serias.
P- (asombro) ¡De cosas serias! (rezongando) ¡Hablas como las personas mayores! ¡Lo confundes todo…todo lo mezclas…! Conozco un planeta donde vive un señor que nunca ha olido una flor, ni ha mirado una estrella y que jamás ha querido a nadie. En toda su vida no ha hecho más que sumas. Y todo el día se lo pasa repitiendo como tú: "¡Yo soy un hombre serio, yo soy un hombre serio!"… Al parecer esto le llena de orgullo. Pero eso no es un hombre, ¡es un hongo!
H-¿Un qué?
P-Un hongo. (muy enojado) Hace millones de años que las flores tiene espinas y hace también millones de años que los corderos, a pesar de las espinas, se comen las flores. ¿Es que no es cosa seria averiguar por qué las flores pierden el tiempo fabricando unas espinas que no les sirven para nada? ¿Es que no es importante la guerra de los corderos y las flores? ¿No es esto más serio e importante que las sumas de un señor gordo? Y si yo sé de una flor única en el mundo y que no existe en ninguna parte más que en mi planeta; si yo sé que un buen día un corderito puede aniquilarla sin darse cuenta de ello, (gritando) ¿es que esto no es importanteeee?
(silencio. Baja el tono) Si alguien ama a una flor de la que sólo existe un ejemplar en millones y millones de estrellas, basta que la mire para ser dichoso. Puede decir satisfecho: "Mi flor está allí, en alguna parte…" ¡Pero si el cordero se la come, para él es como si de pronto todas las estrellas se apagaran! ¡Y esto no es importante!
(el hombre lo abraza y consolándolo le dice)

H- La flor que tú quieres no corre peligro… te dibujaré un bozal para tu cordero y una armadura para la flor…te…ayudare a protegerla. Si…eso es…a protegerla.

ANCIANO- Aprendí bien pronto a conocer mejor esta flor. Siempre había habido en el planeta del principito flores muy simples adornadas con una sola fila de pétalos que apenas ocupaban sitio y que a nadie molestaban. Aparecían entre la hierba una mañana y por la tarde se extinguían. (a un lado la flor germina) Pero aquella había germinado un día de una semilla llegada de quién sabe dónde, y el principito había vigilado cuidadosamente desde el primer día aquella ramita tan diferente de las que él conocía. Podía ser una nueva especie de Baobab. Pero el arbusto cesó pronto de crecer y comenzó a echar su flor. El principito observó el crecimiento de un enorme capullo y tenía el convencimiento de que habría de salir de allí una aparición milagrosa; pero la flor no acababa de preparar su belleza al abrigo de su envoltura verde. Elegía con cuidado sus colores, se vestía lentamente y se ajustaba uno a uno sus pétalos. No quería salir ya arrugada como las amapolas; quería aparecer en todo el esplendor de su belleza. ¡Ah, era muy coqueta aquella flor! Su misteriosa preparación duraba días y días. Hasta que una mañana, precisamente al salir el sol se mostró espléndida.
F-¡Ah, perdóname… apenas acabo de despertarme… estoy toda despeinada…!
P-¡Qué hermosa eres!
F-¿Verdad? He nacido al mismo tiempo que el sol.

P- (murmura) Humm, no es muy modesta, pero… ¡es tan conmovedora!
F-Me parece que ya es hora de desayunar; si tuvieras la bondad de pensar un poco en mí...
(El principito la riega)
F- como ves, tengo ya cuatro espinas. ¡Ya pueden venir los tigres, con sus garras!
P-No hay tigres en este planeta y, además, los tigres no comen hierba.
F-Yo no soy una hierba
P- oh¡ Perdóname...
F-No temo a los tigres, (susurra) pero tengo miedo a las corrientes de aire. ¿No tendrás un biombo o algún cobertor?
P- (piensa a un lado) ¿Miedo a las corrientes de aire? no es una suerte para una planta. Esta flor es demasiado complicada…
F-Por la noche me cubrirás… hace mucho frío en tu tierra. No se está muy a gusto aquí. En otros sitios que he conocido es mas agradable.

P- ( a un lado) Ha llegado aquí en forma de semilla y no le fue posible conocer otros mundos. Esta inventando un mentira tan ingenua¡¡¡

F- (tosió dos o tres veces para atraerse la simpatía del principito) ¿Y el biombo?
P- Iba a buscarlo, pero como no dejabas de hablarme…
F- (Insiste tosiendo para apurarlo)
P- A pesar de mi buena voluntad, he llegado a dudar de ella. He tomado en serio palabras sin importancia y me siento desgraciado. No debería hacerle caso. Nunca hay que hacer caso a las flores, basta con mirarlas y olerlas.
(Al hombre) ¡No supe comprender nada. Debí juzgarla por sus actos y no por sus palabras. ¡La flor perfumaba e iluminaba mi vida y jamás debí huir de allí! ¡No supe adivinar la ternura que ocultaban sus pobres astucias! ¡Son tan contradictorias las flores! Pero yo era demasiado joven para saber amarla.


OFF- La mañana de su partida, puso en orden el planeta. Deshollinó cuidadosamente sus volcanes en actividad, de los cuales poseía dos, que le eran muy útiles para calentar el desayuno todas las mañanas. Tenía, además, un volcán extinguido. Deshollinó también el volcán extinguido, pues, como él decía, nunca se sabe lo que puede ocurrir. Si los volcanes están bien deshollinados, arden sus erupciones, lenta y regularmente. Las erupciones volcánicas son como el fuego de nuestras chimeneas. Es evidente que en nuestra Tierra no hay posibilidad de deshollinar los volcanes; los hombres somos demasiado pequeños. Por eso nos dan tantos disgustos.
El principito arrancó también con un poco de melancolía los últimos brotes de baobabs. Creía que no iba a volver nunca. Pero todos aquellos trabajos le parecieron aquella mañana extremadamente dulces. Y cuando regó por última vez la flor y se dispuso a ponerla al abrigo, sintió ganas de llorar.
P-Adiós (le dijo a la flor, esta no respondió)

P-Adiós (repitió el principito)
F- (de espaldas, tosió). He sido una tonta. Perdóname. Prométeme ser feliz. Sí, yo te quiero, ha sido culpa mía que tú no lo sepas; pero eso no tiene importancia. Y tú has sido tan tonto como yo. Trata de ser feliz…
P-Pero el viento...
F-No estoy tan resfriada como para abrigarme... El aire fresco de la noche me hará bien. Soy una flor.
P-Y los animales...???
F-Será necesario que soporte dos o tres orugas, si quiero conocer las mariposas; creo que son muy hermosas. Si no ¿quién vendrá a visitarme? Tú estarás muy lejos. En cuanto a las fieras, no las temo: yo tengo mis garras. (le mostraba ingenuamente sus cuatro espinas) Y no prolongues más tu despedida. Puesto que has decidido partir, vete de una vez.

 

OFF- Se encontraba en la región de los asteroides 325, 326, 327, 328, 329 y 330. Para ocuparse en algo e instruirse al mismo tiempo decidió visitarlos. El primero estaba habitado por un rey. El rey, vestido de púrpura y armiño, estaba sentado sobre un trono muy sencillo y, sin embargo, majestuoso.
R-¡Ah, aquí tenemos un súbdito!
P-¿Cómo es posible que me reconozca si nunca me ha visto?

OFF- Ignoraba que para los reyes el mundo está muy simplificado. Todos los hombres son súbditos.

R-Aproxímate para que te vea mejor. (El principito busca donde sentarse, pero se quedó de pie, pero como estaba cansado, bostezó)
R-La etiqueta no permite bostezar en presencia del rey. Te lo prohíbo.
P-No he podido evitarlo, he hecho un viaje muy largo y apenas he dormido...
R-Entonces… te ordeno que bosteces. Hace años que no veo bostezar a nadie. Los bostezos son para mí algo curioso. ¡Vamos, bosteza otra vez, te lo ordeno!
P-Me da vergüenza... ya no tengo ganas...
R-¡Hum, hum!¡Bueno! Te ordeno entonces que bosteces y que no bosteces...suelo dar ordenes razonables. Digamos, si yo ordenara a un general que se transformara en ave marina y el general no me obedeciese, la culpa no sería del general, sino mía.
P-¿Puedo sentarme?
R-Te ordeno sentarte

P-Señor, perdóneme si le pregunto...
R-Te ordeno que me preguntes
P-Señor. . . ¿sobre quién ejerce su poder?
R-Sobre todo
P-¿Sobre todo?
(El rey, con un gesto sencillo, señaló su planeta, los otros planetas y las estrellas.)
P-¿Sobre todo eso?
R-Sobre todo eso. . . (Afirmando)
P-¿Y las estrellas le obedecen?
R-¡Naturalmente! Y obedecen en seguida, pues yo no tolero la indisciplina.


ANCIANO: Un poder semejante dejó maravillado al principito. Si él disfrutara de un poder de tal naturaleza, hubiese podido asistir en el mismo día, no a cuarenta y tres, sino a setenta y dos, a cien, o incluso a doscientas puestas de sol, sin tener necesidad de arrastrar su silla. Y como se sentía un poco triste al recordar su pequeño planeta abandonado, se atrevió a solicitar un favor al rey:

P-Me gustaría ver una puesta de sol... Déme ese gusto... Ordénele al sol que se ponga...
R-Si yo le diera a un general la orden de volar de flor en flor como una mariposa, o de escribir una tragedia y el general no ejecutase la orden recibida ¿de quién sería la culpa, mía o de él?
P-La culpa sería de usted
R-Exactamente. Sólo hay que pedir a cada uno, lo que cada uno puede dar. La autoridad se apoya antes que nada en la razón. Si ordenas a tu pueblo que se tire al mar, el pueblo hará la revolución. Yo tengo derecho a exigir obediencia, porque mis órdenes son razonables.
P-¿Entonces mi puesta de sol?

R-Tendrás tu puesta de sol. La exigiré. Pero, según me dicta mi ciencia gobernante, esperaré que las condiciones sean favorables.
P-¿Y cuándo será eso?
R-¡Ejem, ejem! (consultando un enorme calendario) ¡ejem, ejem! será hacia... hacia... será hacia las siete cuarenta. Ya verás cómo se me obedece.
(El principito bostezó. Se estaba aburriendo un poco)
P-Ya no tengo nada que hacer aquí. Me voy.
R-No partas, no te vayas y te hago ministro.
P-¿Ministro de qué?
R-¡De... de justicia!
P- (mira a todos lados) ¡Pero si aquí no hay nadie a quien juzgar!
R-Eso no se sabe. Nunca he recorrido todo mi reino. Estoy muy viejo y el caminar me cansa. Y como no hay sitio para una carroza...
P-¡Oh! Pero yo ya he visto… Allá abajo no hay nadie tampoco. .
R-Te juzgarás a ti mismo. Es lo más difícil. Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo, que juzgar a los otros. Si consigues juzgarte rectamente es que eres un verdadero sabio.
P-Yo puedo juzgarme a mí mismo en cualquier parte y no tengo necesidad de vivir aquí.
R-¡Ejem, ejem! Creo que en alguna parte del planeta vive una rata vieja; yo la oigo por la noche. Tu podrás juzgar a esta rata vieja. La condenarás a muerte de vez en cuando. Su vida dependería de tu justicia y la indultarás en cada juicio para conservarla, ya que no hay más que una.
P-A mí no me gusta condenar a muerte a nadie. Creo que me voy a marchar.
R-No.
P-Si Vuestra Majestad deseara ser obedecido puntualmente, podría dar una orden razonable. Podría ordenarme, por ejemplo, partir antes de un minuto. Me parece que las condiciones son favorables...
R-¡Te nombro mi embajador!

P- (a si mismo) Las personas mayores son muy extrañas

 

ANCIANO: El segundo planeta estaba habitado por un vanidoso

V -¡Ah! ¡Ah! ¡Un admirador viene a visitarme! -Gritó el vanidoso al divisar a lo lejos al principito.
P-¡Buenos días! ¡Qué sombrero tan raro tiene!
v-Es para saludar a los que me aclaman. Desgraciadamente nunca pasa nadie por aquí.
p-¿Ah, sí?
V-Golpea tus manos una contra otra
(El principito aplaudió y el vanidoso le saludó modestamente levantando el sombrero)
P- (A SI MISMO) Esto parece más divertido que la visita al rey (continuó aplaudiendo mientras el vanidoso volvía a saludarle quitándose el sombrero. Aplaude unos instantes y comienza a aburrirse) ¿Qué hay que hacer para que el sombrero se caiga?
V- ¿Tú me admiras mucho, verdad?
P-¿Qué significa admirar?
V-Admirar significa reconocer que yo soy el hombre más bello, el mejor vestido, el más rico y el más inteligente del planeta.
P- (asombrado) ¡Si tú estás solo en tu planeta!
V -¡Hazme ese favor, admírame de todas maneras!
P-¡Bueno! Te admiro, pero ¿para qué te sirve? (el vanidoso se quita el sombrero una vez mas y el principito se marcha) (se dice a si mismo) Decididamente, las personas mayores son muy extrañas

ANCIANO: El planeta siguiente estaba habitado por un bebedor. Fue una visita muy corta, pues hundió al principito en una gran melancolía.
P-¿Qué haces ahí?
B- (sentado en silencio ante un grupo de botellas vacías y otras tantas botellas llenas.)¡Bebo!

P-¿Por qué bebes?
B-Para olvidar.
P-¿Para olvidar qué?
B-Para olvidar que siento vergüenza
P-¿Vergüenza de qué?
B-¡Vergüenza de beber!
(El principito, perplejo, se marcha)
P- No hay la menor duda de que las personas mayores son muy extrañas


ANCIANO: El cuarto planeta estaba ocupado por un hombre de negocios. Este hombre estaba tan concentrado que ni siquiera levantó la cabeza a la llegada del principito.

P -¡Buenos días! Su cigarro se ha apagado.
N-Tres y dos cinco. Cinco y siete doce. Doce y tres quince. ¡Buenos días! Quince y siete veintidós. Veintidós y seis veintiocho. No tengo tiempo de encenderlo. Veintiocho y tres treinta y uno. ¡Uf! Esto suma quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno.
P-¿Quinientos millones de qué?
N-¿Eh? ¿Estás ahí todavía? Quinientos millones de... ya no sé... ¡He trabajado tanto! ¡Yo soy un hombre serio y no me entretengo en tonterías! Dos y cinco siete...
P-¿Quinientos millones de qué?
N-Desde hace cincuenta y cuatro años que habito este planeta, sólo me han molestado tres veces. La primera, hace veintidós años, fue por un abejorro que había caído aquí de Dios sabe dónde. Hacía un ruido insoportable y me hizo cometer cuatro errores en una suma. La segunda vez por una crisis de reumatismo, hace once años. Yo no hago ningún ejercicio, pues no tengo tiempo de callejear. Soy un hombre serio. Y la tercera vez... ¡la tercera vez es ésta! Decía, pues, quinientos un millones...
P-¿Millones de qué?
N-Millones de esas pequeñas cosas que algunas veces se ven en el cielo.
P-¿Moscas?
N-¡No, cositas que brillan!
P-¿Abejas?
N-No. Unas cositas doradas que hacen desvariar a los holgazanes. ¡Yo soy un hombre serio y no tengo tiempo de desvariar!
P-¡Ah! ¿Estrellas?
N-Eso es. Estrellas.
P-¿Y qué haces tú con quinientos millones de estrellas?
N-Quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno. Yo soy un hombre serio y exacto.
P-¿Y qué haces con esas estrellas?

N-¿Que qué hago con ellas?
P-Sí.
N-Nada. Las poseo.
P-¿Que las estrellas son tuyas?
N-Sí.
P-Yo he visto un rey que...
N-(interrumpe) Los reyes no poseen nada... Reinan. Es muy diferente.
P-¿Y de qué te sirve poseer las estrellas?
N-Me sirve para ser rico.
P-¿Y de qué te sirve ser rico?
N-Me sirve para comprar más estrellas si alguien las descubre.
P- (para si mismo) Este, razona poco más o menos como el borracho. (pregunta una vez mas) ¿Y cómo es posible poseer estrellas?
N-¿De quién son las estrellas?
P-No sé. . . De nadie.
N-Entonces son mías, puesto que he sido el primero a quien se le ha ocurrido la idea.
P-¿Y eso basta?
N-Naturalmente. Si te encuentras un diamante que nadie reclama, el diamante es tuyo. Si encontraras una isla que a nadie pertenece, la isla es tuya. Si eres el primero en tener una idea y la haces patentar, nadie puede aprovecharla: es tuya. Las estrellas son mías, puesto que nadie, antes que yo, ha pensado en poseerlas.
P-Eso es verdad ¿y qué haces con ellas?
N-Las administro. Las cuento y las recuento una y otra vez. Es algo difícil. ¡Pero yo soy un hombre serio!
P-Si yo tengo una bufanda, puedo ponérmela al cuello y llevármela. Si soy dueño de una flor, puedo cortarla y llevármela también. ¡Pero tú no puedes llevarte las estrellas!
N-Pero puedo colocarlas en un banco.
P-¿Qué quiere decir eso?
N-Quiere decir que escribo en un papel el número de estrellas que tengo y guardo bajo llave en un cajón ese papel.
P-¿Y eso es todo?
N-¡Es suficiente!
P- Es divertido (piensa el principito) Es incluso bastante poético. Pero no es muy serio. Yo (Dice) aún tengo una flor a la que riego todos los días; poseo tres volcanes a los que deshollino todas las semanas, pues también me ocupo del que está extinguido; nunca se sabe lo que puede ocurrir. Es útil, pues, para mis volcanes y para mi flor que yo las posea. Pero tú, tú no eres nada útil para las estrellas... (Se va)

ANCIANO: El quinto planeta era muy curioso. Era el más pequeño de todos, pues apenas cabían en él un farol y el farolero que lo habitaba. El principito no lograba explicarse para qué servirían allí, en el cielo, en un planeta sin casas y sin población un farol y un farolero. Sin embargo, se dijo a sí mismo:

P- Este hombre, quizás, es absurdo. Sin embargo, es menos absurdo que el rey, el vanidoso, el hombre de negocios y el bebedor. Su trabajo, al menos, tiene sentido. Cuando enciende su farol, es igual que si hiciera nacer una estrella más o una flor y cuando lo apaga hace dormir a la flor o a la estrella. Es una ocupación muy bonita y por ser bonita es verdaderamente útil.
(se acerca al farolero)
P-¡Buenos días! ¿Por qué acabas de apagar tu farol?
F-Es la consigna ¡Buenos días!
p-¿Y qué es la consigna?
F-Apagar mi farol. ¡Buenas noches! (enciende el farol).
P-¿Y por qué acabas de volver a encenderlo?
F-Es la consigna.
P-No lo comprendo
F-No hay nada que comprender. La consigna es la consigna. ¡Buenos días! (apaga su farol, luego se limpia la frente con un pañuelo de cuadros rojos)
F-Mi trabajo es algo terrible. En otros tiempos era razonable; apagaba el farol por la mañana y lo encendía por la tarde. Tenía el resto del día para reposar y el resto de la noche para dormir.
P-¿Y luego cambiaron la consigna?
F-Ese es el drama, que la consigna no ha cambiado. El planeta gira cada vez más de prisa de año en año y la consigna sigue siendo la misma.
P-¿Y entonces?
F-Como el planeta da ahora una vuelta completa cada minuto, yo no tengo un segundo de reposo. Enciendo y apago una vez por minuto.
P-¡Eso es raro! ¡Los días sólo duran en tu tierra un minuto!
F-Esto no tiene nada de divertido. Hace ya un mes que estamos hablando.
P-¿Un mes?
F-Sí, treinta minutos. ¡Treinta días! ¡Buenas noches! (prende el farol)
P-¿Sabes? Yo conozco un medio para que descanses cuando quieras...
F-Yo quiero descansar siempre
P-Tu planeta es tan pequeño que puedes darle la vuelta en tres zancadas. No tienes que hacer más que caminar muy lentamente para quedar siempre al sol. Cuando quieras descansar, caminarás... y el día durará tanto tiempo como quieras.
F-Con eso no adelanto gran cosa, lo que a mí me gusta en la vida es dormir.
P-No es una suerte
F-No, no es una suerte. ¡Buenos días! (Y apagó su farol.)
P- (a si mismo) Este sería despreciado por los otros, por el rey, por el vanidoso, por el bebedor, por el hombre de negocios. Y, sin embargo, es el único que no me parece ridículo, quizás porque se ocupa de otra cosa y no de sí mismo. Es el único de quien pude haberme hecho amigo. Pero su planeta es demasiado pequeño y no hay lugar para dos...

ANCIANO: El sexto planeta era diez veces más grande. Estaba habitado por un anciano que escribía grandes libros.

G-¡Anda, un explorador!
(El principito se sentó sobre la mesa y reposó un poco)
G-¿De dónde vienes tú?
P-¿Qué libro es ese tan grande?¿Qué hace usted aquí?
G-Soy geógrafo
P-¿Y qué es un geógrafo?
G-Es un sabio que sabe donde están los mares, los ríos, las ciudades, las montañas y los desiertos.
P-Eso es muy interesante. ¡Y es un verdadero oficio!
(Dirigió una mirada a su alrededor sobre el planeta del geógrafo)
P-Es muy hermoso su planeta. ¿Hay océanos aquí?
G-No puedo saberlo
P-¡Ah!¿Y montañas?
G-No puedo saberlo
P-¿Y ciudades, ríos y desiertos?
G-Tampoco puedo saberlo.
P-¡Pero usted es geógrafo!
G-Exactamente, pero no soy explorador, ni tengo exploradores que me informen. El geógrafo no puede estar de acá para allá contando las ciudades, los ríos, las montañas, los océanos y los desiertos; es demasiado importante para deambular por ahí. Se queda en su despacho y allí recibe a los exploradores. Les interroga y toma nota de sus informes. Si los informes de alguno de ellos le parecen interesantes, manda hacer una investigación sobre la moralidad del explorador.
P-¿Para qué?
G-Un explorador que mint

Anonymous

Soledad De La Fuente

30 Aug 2022 - 09:56 am

Muy bueno

Anonymous

Doris Alexandra

26 Mar 2023 - 01:35 pm

ME PARECIÓ INTERESANTE EL GUIÓN

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